17 Junio, 2016


Interferencias parentales sobre los hijos


Esta es una cuestión que suscita múltiples foros de opinión; algunos consideran que dichas interferencias parentales (a las que muchos denominan Síndrome de alienación parental) existen; y otros sectores niegan radicalmente dicha existencia.

 

Personalmente, me parece una absoluta pérdida de tiempo debatir sobre si realmente existen o no dichas interferencia parentales, en vez de emplear toda esa dedicación en proponer e informar sobre modos, pautas o tratamientos que permitan solventar el impacto que esas interferencias parentales  tienen sobre los hijos dentro de un núcleo familiar. Éstas cobran su máximo apogeo en los casos de ruptura de entre los progenitores; y normalmente se produce cuando el hijo inmerso en un proceso de separación o divorcio de sus padres, rechaza la relación con uno de ellos y en muchos casos, con las familias extensas del progenitor rechazado (abuelos, tíos, primos,…etc).

Estas situaciones están desgraciadamente a la orden del día en muchas de las crisis matrimoniales, y suponen que el hijo se decante, (sin tener por qué hacerlo), a favor de uno de sus progenitores, comenzando gradualmente a repudiar al otro, y claro está; a todo lo que afecte al mismo; sin perjuicio, evidentemente, de las situaciones de violencia y de abusos que pudieran existir y  que sí podrían ser originarios de este tipo de comportamientos ; cuya justificación en su caso, es obvia.

Al hablar de interferencias parentales, no hay que vincularlas a un género en particular; pues ésta es otra de las grandes guerras que suscitan los debates sobre este tema; y es que esa interferencia parental puede estar originada tanto por una madre como por un padre; siendo totalmente indiferente que el alienador sea hombre o mujer. Para mí, estos procesos constituyen un claro ejemplo de maltrato emocional para los hijos que lo sufren; puesto que dichas conductas originadas por uno de sus progenitores pueden afectarles en el ámbito de su identidad, en el ámbito de su desarrollo físico, intelectual y por supuesto emocional; ya que conlleva que los hijos asuman roles que no les pertenecen y que sólo van a contribuir a perjudicar gravosamente a los mismos.

Los padres , en situaciones de ruptura, tiene que procurar mantener a los hijos al margen de esos procesos de crisis, para que no se vean afectados por la misma, y para que puedan seguir manteniendo una estrecha relación con ambos; sin tener que optar por uno o por otro; y conseguir de esta forma el ejercicio de una corresponsabilidad parental  responsable de los padres respecto de sus hijos; facilitando que éstos tengan contacto con los dos, sin renunciar al otro. Ante estas situaciones de interferencia o alienación, se impone la necesidad de atajarlas lo antes posible, para evitar consecuencias que sean irreparables.

Los medios más adecuados para ello, son entre otros, la intervención psicológica, la mediación familiar, la obligación por parte de cada padre de plantear un plan de parentalidad procurando la relación del hijo con el otro progenitor, y en el ámbito judicial, parece que sería favorable para que los hijos no se conviertan en “instrumentos” de presión para conseguir más beneficios en el procedimiento judicial ( es decir, conseguir más pensión o por ejemplo la vivienda), flexibilizar el criterio de atribución de la vivienda, así como desvincular la atribución de la guarda y custodia de los hijos con el abono de una pensión alimenticia.